miércoles, 20 de febrero de 2008

Mi Viejo y Epicuro

MI VIEJO y EPICURO
(Por un mundo de placeres simples)

POR: GONZALO MOLINA ARRIETA
Me gustan las posiciones de principio, empezando por la humildad, defiendo a quien tiene la razón, así nos sea de mi partido político.

Viejo, dos años después de tu muerte, mi madre aún sigue soñándote; hace unos días me contó que se levantó un poco azorada, porque en el sueño le habías dicho algo; tu hablabas sobre nosotros (tus hijos y tus nietos) y le dijiste a mi madre “enséñales principios, enséñales valores que lo material lo aprenden solo”. No sabes cuanto te agradezco esas palabras que como siempre fueron sabias y oportunas; pues ese día que mi madre me contó, tenía que hacer señas a mis alumnos (enseñar) sobre Epicuro, ese gran sabio de la antigüedad que dedicó su vida a la reflexión sobre los placeres. Pues bien viejo, quizás tu fuiste un poco ascético (huías de los placeres) pero ahí, justo ahí, en un cruce o en un tejido más bien pragmático con que se nos “obliga” a hacer las clases, observé que en ti había muchos rasgos de epicureismo y algo de estoicismo; por ejemplo, encontré en ambos el placer de disfrutar con cosas simples, poco suntuosas; a propósito Epicuro nos dice que “los gustos sencillos producen igual satisfacción que un tren de vida suntuoso siempre y cundo sea eliminado absolutamente todo lo que hace sufrir por falta de aquello”, “la pobreza medida según el rasero de tal fin es una riqueza enorme, y una riqueza no limitada es una pobreza enorme”. Al igual que tu, Epicuro prefería el agua al vino, a ti nunca te vi tomando licor de ninguna clase, aunque se que alguna vez siendo joven lo hiciste, pero hasta que te diste cuenta que no era racional hacerlo; también pude ver a Epicuro reflejado en ti cuando regrese al pueblo (Mocarí), después de esa larga y forzosa ausencia y te propuse construir una buena casa en la finquita, y tu me dijiste que el problema no era como fuera la casa,”yo quiero una casa de palitos, pero donde este con los míos, los que me aprecian”, donde estuvieras con nosotros y fuéramos felices; tu nunca viste la felicidad en las cosas materiales, siempre la encontraste en los amigos, en la libertad, en la lectura y vida reflexiva; en la practica me demostraste que no había cosa más importante para ti que los amigos, siempre usaste las cosas para producir felicidad, ellas nunca fueron fines en si misma, fueron simples medios para ti, eso aún lo puedo comprobar, cuando paso por las calles en vacaciones de diciembre o de junio y me hablan de ti, siempre me cuentan que salías día tras día en tu “burra de hierro”, con una canasta llena de cocos, yucas, plátanos, berenjenas, pepinos, frutas y verduras de toda clase, pero siempre llegabas a la casa solo con lo que necesitabas para alimentarte con mi madre durante el día, el resto se quedaba entre los amigos y amigas que encontrabas en el camino de hambre y necesidad que recorrías.

Cuantas veces a tus hermanos, a tus amigos les hiciste favores ilógicos para este mundo de comerciantes? Recuerdo que le prestaste de tu plata a uno para que comprara contigo la tierrita; nunca cobraste tus favores; siempre me decías que eso no era importante, lo importante era que ellos tenían menos que tu. Epicuro señalaba también, “de todos los medios de los que se arma la sabiduría para alcanzar la dicha en la vida el más importante con mucho es el tesoro de la amistad”; “llenarse de carne sin un amigo es vivir la vida de león o de lobo” ;“el sabio de la comida no prefiere en absoluto la más abundante si no la más agradable” tu disfrutabas de las buenas comidas y de las ideas que amasabas en el “oráculo” (la peluquería donde creabas y recreabas la realidad); ahora yo, disfruto de tus enseñanzas viejo.
Epicuro se divertía sembrando y comiendo, tu nunca dejaste de sembrar-tampoco de comer viejo- una vez llegué a la finquita por los últimos días de diciembre del 2.000 y me di cuenta que había yuca sembrada hasta en la cocina, en los cuartos nacía el ñame; aun se mantienen esas ricas matas de plátano pegadito y caña de azúcar al pie del baño.
Aunque no fuiste a la escuela más de cuatro años, tu proyecto de vida fue claro: humildad, defensa de la razón, ser su propio jefe, mantenerse sobrio, alejarse de las modas, no dejarse poseer de ninguna pasión por más noble que fuera; tu leías varios periódicos diariamente, reflexionabas con tus amigos sobre la realidad, buscabas la esencia de las cosas, tejías con una acantilada capacidad los diferentes aspectos de la vida, cuestionabas el estado, a los gobiernos y sus dirigentes, aconsejaba a jóvenes y viejos sobre cualquier tema, criticabas con vehemencia a la gente sin mundo, a la gente vacía, la gente sin sentido de vida, perece ser que tenias bien claro que, aunque tengamos mucho, pero sin amistad, libertad y vida reflexiva, “nunca seremos felices de verdad” como lo enseña Epicuro.
viejo, tu mundo no era de comercio, tu mundo no era de lujos, tu mundo no era de lobos y leones comiendo solos, tu mundo era de amigos, ancianos y niños con hambre que aun te extrañan en tu “burra de hierro” por las mañanas, tu mundo era de placeres simples, te divertías con solo criar tus gallos para que otro los peleara, eras feliz arrancando yucas y verduras para regalar y de inmediato volver a sembrar, tu disfrutabas al comprar galletas para darle a tus hermanos, a los niños a mi abuela, a los vecinos; eres inolvidable viejo, tu último gesto -con el que te llevamos a la tumba- fue de risa placentera; quiero que sepas viejo que estas aquí, en cada pedazo de esta tierra que pacientemente espera tus restos para que la adornen y alimenten de verdad.

Gonzalo Molina Arrieta
A mi viejo, dos años después de su muerte
Abril 23/2005

gomafilo@gmail.com