miércoles, 20 de febrero de 2008

SÓCRATES: una vida digna de admirar

SÓCRATES: UN MAESTRO, UNA VIDA DIGNA DE ADMIRAR Y DE SEGUIR…
Por: Gonzalo Molina Arrieta

Descalzo y vestido con túnica, un hombre mediano, barbado y robusto recorría la ciudad, siempre rodeado de jóvenes iba de calle en calle, de plaza en plaza sembrando preguntas, sembrando inquietudes, interrogando a todo el que encuentra; este hombre de madre partera y padre escultor “extrajo” de esos oficios la sabiduría y le dio sentido a su vida; se dedicó a ayudar a parir ideas, a dar luz a la verdad, a darle sentido a la gentes, quitando la escoria, tallando la roca, para extraer de los hombres las razones, las verdades universales.

Este hombre es uno de los más destacados filósofos de la antigüedad griega, su filosofía ha trascendido en todos los sentidos hasta nuestros días, a él le debemos la ética; es el primero que desarrolla el conocimiento teórico de la acción humana, la reflexión filosófica sobre la moral (lo bueno, la virtud), le debemos la racionalidad como modelo del hombre. Sócrates nos señala que el hombre es un ser racional, que los problemas del hombre son de naturaleza moral, no cosmológica como la habían planteado sus antecesores (los presocráticos). Sócrates sostiene que antes que ponerse a estudiar el universo, el hombre debe conocer su propia naturaleza humana, comprenderse así mismo, “conócete a ti mismo”; nos enseña que la vida no vale la pena vivirla si no se examina.
A Sócrates se le considera un intelectualista moral, para él los errores que el ser humano comete son errores de conocimiento, pues el hombre es un ser bueno por naturaleza, entonces “errar es siempre involuntario”; es la ignorancia la que nos lleva al error. Por eso busca el saber, al hombre sólo el saber lo salva del error, así, un niño que roba en el colegio no es malo, realmente es ignorante; no se puede ser justo sin saber que es la justicia, no se puede ser bueno sin saber que es lo bueno, para que alguien sea un buen mecánico debe saber de mecánica; para formar recreadores debemos saber de recreación, este hombre no separa el saber del hacer, porque sin ciencia no hay areté, sin saber no hay virtud.
A Sócrates se le considera también un sofista muy particular, pues, es contemporáneo de estos (Protágoras, Gorgias…) y comparte muchos de los temas de la época, pero a diferencia de ellos Sócrates no cobra por enseñar, no se preocupa por convencer a los demás sino porque los hombres encuentren mediante el diálogo racional (mayéutica) la verdad, considera que la verdad es un producto racional universal, no relativa como la plantean los sofistas; Sócrates no se presenta como un sabio, por el contrario es irónico, austero y práctica la humildad, “sólo se que no se nada”.

El legado de Sócrates es la racionalidad, él es el paradigma (el modelo) de hombre racional de la época, nos invita a recorrer los caminos de la vida con sabiduría y virtud, es decir; saber-hacer; porque “el que sabe es virtuoso”.

Sócrates al ser acusado, juzgado y condenado por herejía e impiedad (no adorar los dioses) y por corromper a la juventud, llenado de ideas sus cabezas que cuestionaban el sistema y aunque abierta su celda, prefirió morir voluntariamente antes que escapar, nunca renuncio a sus palabras, a sus preguntas, a sus ideas; mientras bebía la cicuta y el veneno recorría su cuerpo no dejó de invitar a los hombres a ser más reflexivos, más tolerantes, más racionales; he aquí el gran mérito de Sócrates, un gran maestro, una vida digna de admirar y de seguir…

Gonzalo Molina Arrieta.
Profesor de filosofía